Caso Sayago: de valientes y cobardes

Las declaraciones de los policías que desfilaron ante el oficial Instructor del sumario que clarificó los hechos ocurridos el 07 de febrero de 2006 en Las Heras, muestran puntos en común, resaltan la valentía de sus compañeros y el miedo, la indiferencia o la cobardía de otros. Asimismo el procedimiento de detención de Navarro, la táctica errada en el manejo de la crisis y la existencia de un equipamiento inadecuado, escaso y obsoleto para repeler un ataque de esas características, son confirmadas por prácticamente todas las declaraciones incluidas dentro del sumario.Después de haber iniciado, la semana pasada, nuestro relato de cómo sucedieron los hechos principales en la ciudad de Las Heras el 07 de febrero de 2006 (Parte I – La muerte de Sayago según el sumario policial del 27/11/08) vamos a continuar en esta instancia con algunos detalles desconocidos que se incluyen en el sumario que instruyó la policía y al que OPI tuvo acceso.
Inoperancia o negligencia
Una de las principales objeciones que el oficial instructor realizó a los superiores a cargo de actuar en la crisis fue la falta de Inteligencia previa y la improvisación que usó la Jefatura de Policía para encarar el problema, sin medir de manera exacta la potencialidad del peligro que existía de que aquello desbordara de lo político a lo social y fuera mucho más difícil contener la reacción masiva que podría generarse.Indudable la observación parte de la falta de un análisis previo de la compleja situación social que se había desarrollado (y madurado) en aquellos días, a partir del reclamo de sectores petroleros que internamente eran manejados políticamente, tanto por sectores del PJ como por el propio sindicato.
El sumariante señala que de haber existido una evaluación previa (a partir de información de Inteligencia) se habrían podido determinar cantidad de manifestantes, medios con que contaban, una proyección de la evolución del conflicto y su escalada en los días posteriores, facilitando la adopción de medidas concordantes con el nivel de conflictualidad que presentaba el cuadro.
Las conclusiones revelan en este punto que con ese análisis también se habría obtenido información suficiente para determinar “peligrosidad de los manifestantes, estado de alteración que presentaban en esas horas por el trajinar diario, acompañado por la ingesta de bebidas que es común en estas manifestaciones”, resalta el sumario donde queda claro que la policía no era ajena al conocimiento de que en los piquetes se bebía en abundancia debido a los partes judiciales que emitía por entonces la Comisaría Segunda de Las Heras donde informaba al detalle los sucesos que se vivían días previos a los hechos.
El Instructor sostuvo que de haberse realizado un examen de esos partes la evaluación operativa, las decisiones habrían sido las correctas, dado que se habría podido reforzar al personal policial en prevención de las consecuencias graves que se podían esperar en una situación de conflicto total con los manifestantes.
El informe indica que esa información bien analizada les habría permitido a los Jefes reforzar la cantidad de personal, proveer el equipamiento adecuado, armamento, protectores y comunicaciones. Sin embargo aquí las críticas hacia la conducción del operativo (Crio Iñigo) se ciñen en aspectos tales como el retiro del arma reglamentaria a los suboficiales y ordenar un enfrentamiento con los manifestantes sin armamento adecuado, munición obsoleta e inapropiada, tema sobre el cual nos ocuparemos en entregas posteriores.
Error fatal
Pero el punto más destacable en esta instrucción es la falta de oportunidad para proceder a la detención del sindicalista Navarro contraviniendo las más elementales reglas de la cautela en el proceder policial en un estado de crisis como el que se vivía por aquellos días en Las Heras.
El sumariante concluyó que de haberse atendido todos los aspectos que mencionamos hubiera permitido “analizar la conveniencia o no de las detenciones, informando al Juez de turno que ordenó la medida y no salir a una “caza de brujas” que arrojó como resultado el por todos conocido, donde se resultó cazado” (textual.


Pero en las conclusiones, el Comisario Pío que analizó la situación, fue más allá inclusive y resaltó la falta de mesura en que incurrieron las autoridades al ordenar una detención (con consecuencias socialmente explosivas), en horas de la noche.
En este punto advierte que los Jefes no tuvieron en cuenta este gran detalle que es la frontera entre una crisis controlada y un gran desastre, pues los alrededores de la Alcaidía no estaban iluminados, el viento soplaba en dirección contraria a los efectivos por lo tanto los gases invadían las dependencias y por otro lado la noche alienta a los grupos enardecidos a generar mayor convulsión, incluyendo a sujetos que aprovechando el ocultamiento desde la sombras pudieran (como sucedió) utilizar armas sin que logren ser detectados. Es aquí cuando el Instructor indica “… la pregunta es por qué no hacerlo de día (las detenciones), donde la luz natural nos da un amplio panorama de visualización y seguramente los manifestantes no serían tantos y no estarían tan alterados”, presupone el sumariante apegándose a los manuales de procedimiento.
Es aquí cuando el documento descarga las responsabilidades sobre el Comisario Iñigo, uno de los oficiales más cuestionados en el caso Sayago, ya que era quien tenía a su cargo la conducción de todo el operativo. Dice el documento “ Todas estas falencias sin duda recaen en el ahora Comisario Mayor Gustavo Iñigo, quien como Oficial Superior de nuestra Institución, no supo dar respuestas antes ni durante el conflicto, a su vez, el no haber requerido con antelación la presencia de personal de Bomberos y el no haber impartido directivas precisas para con los Oficiales que integraban la Guardia de Infantería, donde el de mayor jerarquía (Subcomisario Héctor Leal) tendría que haberse desempeñado como Oficial de Enlace entre los responsables del grupo y el Oficial Superior Iñigo, dio origen a la falencia táctica, que en lugar de desempeñarse como tal, integró la línea de combate, motivando ello, con el fragor de los acontecimientos, que perdiera de vista el cuadro de situación que se desarrollaba en el lugar; en cambio, de haber dispuesto que se desempeñara como tal, le hubiera permitido tener un panorama más amplio de los hechos y evitar errores impensados e irreparables y así de esta forma, poder ordenar las líneas de desplazamiento, tanto en la contención como en el repliegue y disponer que se administre el parque (stock de municiones antitumultos) con que se contaba en esos momentos”.
Soldado que escapa…
Más adelante el informe conclusivo es lapidario con el Subcomisario Juan Ramón Chávez y con el Oficial Principal Eduardo Amado Sandoval, a quienes se les recrimina una actitud reprobable en pleno combate, al haberse refugiado de la refriega dejando a sus compañeros en total indefensión.
Sobre Chávez indica “ De testimonios recibidos en autos, se aprecia a las claras que el Subcomisario Juan Ramón Chávez durante el conflicto, permaneció en un sector de la dependencia policial denominado “altillo”, no saliendo del mismo hasta finalizado todo lo sucedido y realizando ciertos comentarios que deja reflejado a simple vista que el resto del personal actuante siente un resentimiento muy grande hacia él, concepto que hay que tener presente en un futuro porque esta situación puede llegar a traer consecuencias de insubordinación y hasta de agresión como queda reflejada en las declaraciones, asimismo no ha demostrado iniciativa durante el desarrollo de los incidentes, sea integrando alguna formación, colaborando con los heridos, alcanzando munición o impartiendo directivas que sirvan para colaborar en esos momentos.”
Con respecto a Sandoval el Instructor del sumario concluyó “De testimonios obrantes en lo actuado surge que el Oficial Principal Eduardo Amado Sandoval, luego de recibir un impacto (piedra) en una de sus extremidades, se refugió en el patio interno de la comisaría donde fue descubierto por personal que requería más parque (munición) para seguir conteniendo a los manifestantes y proteger a los compañeros lesionados, estando en estas circunstancias fumando un cigarrillo con equipo completo e inclusive con la máscara de gas, generando esta actitud malestar por su indiferencia en el momento”.
Precisamente sobre esto último, el Cabo Eduardo Marcelo Almonacid, cuando el Instructor le preguntó si a su declaración deseaba agregar algo, dijo:
“… quisiera agregar, que así como existió acciones y actitudes valientes, también hubo actos de indiferencia o de miedo. Algo que no me gustó y lo digo como una apreciación personal, pero varios de mis compañeros lo vieron y tampoco les gusto, mas viniendo de un oficial que estaba a cargo de un grupo al que dejó sólo, es la actitud del Oficial SANDOVAL quien estaba fumando, primero se había metido en el patio interno de la Comisaría, luego deambulaba por la cuadra mientras el resto hasta las brigadas salían sin protección afuera de la Comisaría a ayudar a traer los heridos o a abrir el portón del patio y lo recuerdo porque mientras el resto tragábamos humo de las lacrimógenas, él se paseaba fumando con máscara. Cuando pitaba se la subía y largaba el humo, para luego ponérsela de nuevo .

0 comentarios:

 
Pico Truncado © 2010 | Designed by truncadonoticias | 2010