
Aunque aislados, los brotes de violencia son un reto de seguridad que dificulta las tareas humanitarias en el país caribeño, azotado hace cinco días por un terremoto que, según la Organización Panamericana de la Salud, ha dejado hasta 100.000 muertos.
Durante un servicio religioso en conmemoración del fallecido líder afroamericano Martin Luther King, el presidente Barack Obama pidió a los estadounidenses que se apoyen en la fe para superar el "duro invierno" que atraviesa el país, como lo hace ahora la comunidad haitiana "a través de sus oraciones e himnos".
Pero en medio de esas oraciones, las imágenes en los noticieros también destacan la desesperación en Haití por las demoras en el reparto de agua y comida, que ha dado pie a algunos saqueos y brotes de violencia.
El subcomandante del Comando Sur de EE.UU., el teniente general P.K. Keen, y el director de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), Rajiv Shah, señalaron en sendas entrevistas que la seguridad es un componente clave en la misión humanitaria.
Ante varias cadenas televisivas, Keen dijo que aunque el objetivo inmediato de EE.UU. es proveer asistencia humanitaria, el restablecimiento de la seguridad es algo que, con la ayuda de Naciones Unidas, requiere "una respuesta rápida".
"La seguridad es una preocupación. Estamos prestándole atención muy de cerca", declaró a CNN.
Sin embargo, Keen quiso enviar un mensaje optimista al indicar que tan solo el sábado 1.000 soldados estadounidenses -sin incluir los más de 3.000 en ultramar- entregaron 130.000 raciones de comida y 70.000 botellas de agua potable a los damnificados.
Aunque se trata de un "desastre de proporciones épicas", en términos generales "hay calma en las calles", señaló a la NBC Keen, quien coordina el papel del Ejército en la misión humanitaria.
Mientras, los damnificados y quienes los atienden en precarias condiciones esperan más ayuda.
"La situación de los pacientes es muy crítica, no solo por sus sufrimientos físicos, sino emocionales, porque todos tienen la impresión de haber visto muy de cerca la muerte", dijo a Efe desde Puerto Príncipe el doctor Claude Surena, presidente de la Asociación Médica Haitiana y ex ministro de Salud Pública bajo el Gobierno de Jean-Bertrand Aristide.
Entre los pacientes hay muchos niños que, si antes del terremoto se morían de hambre, ahora corren peligro de perder la vida por la precariedad de la infraestructura médica, según el pediatra de 59 años.
"Muchos de ellos necesitan cirugía, pero no tenemos los equipos para eso", lamentó Surena a través de un correo electrónico.
Surena, designado por el presidente haitiano, René Préval, para coordinar la respuesta médica al desastre, afirmó que solo ha habido pequeños problemas de seguridad durante la noche, especialmente al trasladar a los heridos de gravedad a los hospitales ambulantes.
En paralelo, los ex mandatarios Bill Clinton (demócrata) y George W. Bush (republicano) acudieron a cinco programas dominicales en su nuevo papel como encargados de alentar la participación de la sociedad civil de EE.UU. en la misión en Haití a través del "Fondo Clinton-Bush para Haití".
Ambos subrayaron, en entrevistas grabadas el sábado y transmitidas hoy, que la tragedia en Haití ofrece una oportunidad para dejar de lado las diferencias políticas y expresar solidaridad con los damnificados.
En declaraciones a la cadena CNN, Clinton y Bush consideraron que el éxito a corto plazo es "salvar vidas" y distribuir con eficacia la ayuda. La meta a largo plazo, coincidieron ambos, es lograr la reconstrucción y revitalización social y política del atribulado país.
Clinton, enviado especial de la ONU en Haití, viajará mañana mismo a ese país para reunirse con Préval y otras autoridades haitianas y de la comunidad internacional, además de entregar más ayuda humanitaria para las víctimas.
Esto saldra en la pagina al pulsar leer mas