El 10 de noviembre de 2008 publicamos una nota que titulamos “Caso Sayago: la autoría ideológica y las responsabilidades encubiertas” donde volcábamos una serie de confesiones que nos habían efectuado personas allegadas al caso, opiniones de la familia y algún análisis de la situación a la vista de los acontecimientos.
Por estonces preguntábamos ¿Quedarán todos libres y el caso cerrado?. Obviamente no fue esa la primera vez que asegurábamos con total conocimiento de causa que el proceso se vendría abajo y finalmente se diluiría la responsabilidad de los verdaderos culpables de la muerte del policía.
Hoy los seis imputados, Ramón Cortéz, Alexis Pérez, Darío Catrihuala, Juan Pablo Bilbao y José y Humberto González acusados por el delito de coacción agravada en concurso real y homicidio calificado fueron dejados en libertad porque legalmente no les corresponde seguir detenidos dado que se cumplieron tres años en esa situación y los abogados acudieron a lo establecido en la letra del pacto de San José de Costa Rica y volvieron a sus casas.
“Esto no es bueno para nadie – nos decía hoy un familiar de un ex detenido en el caso Sayago – porque seguimos son saber qué pasó y quién mató al policía. Ni siquiera es bueno para estos muchachos que liberaron hoy, porque como en el caso de mi hijo, lo tuvieron un mes sospechado de ser asesino, lo golpearon, le arruinaron la vida y al final no le pidieron ni disculpas”.
Tampoco es bueno para la familia del oficial, Víctor Álvarez su tío señalaba “Yo lo dije siempre, esto no se va a esclarecer mientras haya implicado gente del poder político y la cúpula de la policía. A la Jueza esto le costaba demasiado, por eso se lo sacó de encima. Todo estaba arreglado para asegurar la impunidad en la meurte de Jorge”.
La causa ahora, pasa al Juzgado Nº 1 de reciente creación en la localidad de Las Heras, lo que también habíamos adelantado con especial fundamento en notas anteriores y quedará en manos del Dr Eduardo Quelín, un novel Juez que deberá empezar de cero en un caso donde se avisora que la justicia nunca llegará
