De la grandeza a la pequeñez


A 57 años de la muerte de Eva Duarte de Perón, el Justicialismo atraviesa una fuerte crisis interna que amenaza con hacerle perder el predominio en la política local. Las comparaciones entre el PJ de antaño y el de hoy, y la vigencia del pensamiento de la “abanderada de los humildes”.


Un día como ayer, pero de 1952, fallecía víctima del cáncer, la persona más querida por los argentinos, como lo fue María Eva Duarte de Perón. Dedicó su vida a la actuación, pero lo que la transformó en inmortal para todo el pueblo, es su inquebrantable voluntad de lucha para cambiar una sociedad injusta y convertirla en una sociedad habitable para la gran mayoría.


La única coincidencia entre aquel 1952 y este 2009, es que el partido de gobierno en nuestro país sigue siendo el Justicialismo, aunque las diferencias entre ambos peronismos son muy grandes, dejando al descubierto las deficiencias que muestra la actual administración kirchnerista en su relación con la gente y en la solución de los problemas reales de la población.



El PJ de antaño estaba inmerso en una situación internacional muy diferente a la de hoy en día, con la Guerra Fría entre las dos grandes superpotencias de entonces, como lo eran los Estados Unidos y la Unión Soviética, que dominaba al mundo, y con un gobierno argentino que intentaba hacer la tercera vía contra el comunismo y el capitalismo. El PJ de hoy está sumergido en una crisis financiera internacional que azota al país en los precios de las commodities y que amenaza con hacer sucumbir las cuentas públicas.



Por aquel entonces, el peronismo era la fuerza única y hegemónica de un país poderoso, que estaba entre los ochos mejores del mundo, con una creciente industrialización y con empresas que le pertenecían íntegramente al Estado nacional. Hoy en día, vemos a un Estado devastado en nombre del mismo partido, que se efectuó en los ’90 por el menemismo, y que los gobiernos subsiguientes ayudaron a profundizar.



La Argentina de ayer y de hoy, muestran sí una profunda división respecto a la clase gobernante, entre aquellos que defienden la labor del gobierno y los que la critican, marcando las aguas en cada uno de los casos y dejando en claro que no hay lugar para los medias tintas, sino para aquellos que toman partida por alguna de las partes.



Además, una sustancial diferencia radica en que la toma de decisiones finales por entonces radicaba en Juan Domingo Perón y Evita era quien distribuía socialmente y evitaba las distracciones en la acción d gobierno; mientras que hoy vemos a una Jefa de Estado que ordena, pero quien manda por atrás de bambalinas es el ex presidente Néstor Kirchner, en esta especie de doble comando que tanto daño le está haciendo a la relación entre el matrimonio presidencial y la sociedad.



La vigencia del pensamiento de Evita radica principalmente en toda la labor social que ésta realizó, y en la dignidad que le dio a la vida de los más humildes, aquellos mismos que por décadas y siglos habían sido dejados de lado por la clase gobernante, y que Perón y Evita incluyeron en el reparto de la torta, por lo que la forma de vida de los mismos comenzó a cambiar radicalmente, de ahí que el peronismo siga siendo hoy en día el partido político ampliamente mayoritario de nuestro país.



Toda esa labor social ha hecho que hoy en día se siga invocando su figura como la “abanderada de los humildes”, y diversos políticos, de cualquier extracción política, quiera sacar rédito político de la figura política del siglo de nuestro país, que traspasó las fronteras de la Argentina y se convirtió rápidamente en un ícono de la vigencia de los derechos de los trabajadores y de los más desposeídos del mundo entero.



La grandeza de Evita hace que todo lo que efectúa el peronismo en su nombre hoy en día se vea como pequeño y raye en el insulto hacia la indiscutible líder de los descamisados, que luchó sinceramente por mejorar la situación de vida de los más humildes, y deje en claro la pequeñez de mente de los responsables de dirigir los destinos de nuestro país.



 
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