
En un barrio de Laferrere, en el corazón profundo de La Matanza, Leo Belizán soñaba con formar una banda y convertirse en productor. Jonatán Alvarado, más conocido por “Kabe”, lo escuchaba y se embalaba con él.
Un día, “Kabe” fue a comprar a La Salada y en un puesto de verduras le prestó atención a un flaquito que cantaba y bailaba mientras escuchaba a todo volumen cumbia base. Se pusieron a hablar. Intercambiaron sueños y, al rato, también teléfonos. Un par de días después, Roberto “Tito” Alí recibió un llamado y la invitación para llevar sus ideas a la reunión de un grupo que se estaba armando.
Nadie lo sabía pero estaba naciendo La Liga, hoy una propuesta musical que ya cruzó nuestras fronteras y abre surcos profundos en la movida.
Los juntamos. Tito, el cantante, es eléctrico, decidido, le gusta más componer y bailar que hablar. Kabe, el animador, es atrevido, frontal y verborrágico. Leo, el productor, con un poquito más de edad, parece más reposado y cerebral. Ellos, junto a Fideo, armaron este proyecto de darle voz musical a las villas y los barrios pobres. En MDMT cuentan quiénes son, qué hacen y lo que proyectan.
-Tito: Soy descendiente de árabes pero ni yo ni mi viejo o el resto de la familia tiene idea de nuestros orígenes. Lo que sé es que mi bisabuelo nació en Arabia, nada más. Con mis viejos vivíamos en Mar del Plata y cuando yo era chiquito nos vinimos a Villa Unión, en Laferrere, donde crecí. A “Kabe” lo conocí laburando en La Salada, en un puesto de un tío. Allí mi viejo manejaba un colectivo, un “trucho”. Fui a la reunión del grupo con el Demo y vestido con un shorcito y la remera rota. ¿Y éste?, se preguntaban. Por suerte quedé. Escucharon mi música y no se fijaron en mi “facha”.
-Kabe: Con las ideas de Tito se armó un combo, esta fusión de cumbia villera con un poco de música pistera. Juntamos las ideas de los tres, pero faltaba algo; se sumó Fideo y le puso el toque. Tito tenía las letras, Leo la base, yo tenía el nombre y las animaciones; y Fideo le dio el toque picaresco. Grabamos cuatro temas: “Se dice de mí”, que lo hizo Tito arriba de un colectivo; “El comisario”, de Leo y mío; “Mi condena”, de Pablo Serantoni y Andrés Calamaro, y “Niña”, una letra testimonial, de Fideo y Tito. Salimos a la cancha y en menos de tres meses empezamos a laburar por todos lados.