Para imitar: En Rosario, los barrios ya se organizan contra los delincuentes

En la estructura de seguridad que brinda el Estado, no hay hoy garantías suficientes contra el delito. ¿Acaso los ciudadanos se sentarán a esperar que los delincuentes vengan por ellos, a menudo gozando de privilegios judiciales y llegando hasta a victimizarse con el apoyo de discutibles organizaciones no gubernamentales que se autoproclaman 'defensoras de los derechos humanos'? La respuesta es no. Solamente la movilización ciudadana, organizada y permanente, puede ayudar a frenar el delito. Para promover el debate, se publica una nota del diario La Capital, de Rosario, Santa Fe:

ROSARIO (La Capital) Hay dos barrios en Rosario (Parque y Arroyito) donde los vecinos están trabajando en conjunto con la policía para terminar con la inseguridad. Pusieron carteles para anunciar que los habitantes de la zona están resguardados. Se intercambiaron teléfonos para avisar si detectan algún hecho extraño y hasta juntaron dinero para arreglar un móvil policial. Creen que es la salida que les queda.

Los arrebatos y asaltos cotidianos, además de otros delitos más graves dejaron de ser conversaciones hogareñas. Ahora se arman reuniones barriales para presentar propuestas. Todos saben que no basta con lo que la policía haga sola y que es necesario trabajar juntos. “Nos tenemos que cuidar entre nosotros”, es la frase que repiten todos.

Demandas. Una bala para robar un celular, un cuchillo para quitarle la cartera a una señora mayor, el estallido de un vidrio de un auto para sacar una cartera; asaltos y arrebatos en los que no importa en qué estado queden las víctimas son hechos que lamentablemente ya se convirtieron en moneda corriente en cada barrio de la ciudad. No hay quien se salve. Ni tampoco se puede hablar de “horarios seguros”.

> La inseguridad parece ser una de las preocupaciones más importantes de Rosario. De allí que los ciudadanos se organicen para trabajar en conjunto con la policía y así terminar con esto.

> Mientras tanto, son cada vez más los reclamos por los delitos y el pedido de una mayor presencia policial. A su vez, como reacción inmediata, las casas se enrejan, se colocan alambres de púas en las terrazas y crecen los barrios cerrados con un estricto control de seguridad.

> Los hechos evidencian una sociedad cada vez más dividida y eso es lo que se percibe al escuchar a los vecinos: en el discurso hay bronca, enemistad, odio entre víctimas y delincuentes, entre ricos y pobres y entre agresores y quienes sufren pánico por ser atacados.

> Más allá de las cuestiones puntuales, los vecinos se preguntan cuál podría ser la solución de fondo para un problema instalado en la sociedad argentina. Y Rosario no queda afuera.

Alerta, vecinos

Los pioneros en aunar esfuerzos por la seguridad fueron los habitantes de Barrio Parque, una zona que abarca Ovidio Lagos, presidente Perón, las vías del ferrocarril Belgrano y las del Mitre. En ese radio hay puntos débiles como atrás del Hipódromo, donde según comentan los que viven por allí, se refugian delincuentes. A su vez, a pocas cuadras está el Mercado de Productores y varias zonas “rojas”. Según comentaron, “en la última semana hubo un caso de robo por día, uno de ellos con armas y hasta tiros. La situación no da para más. Los vecinos volvieron a la carga para autodefenderse.

>Hace ocho años se conformó el programa “Alerta vecinos”. Uno de los impulsores, Jorge Alberto Marks, destacó que se sienten como “quijotes frente al poder poder político”. Señaló que “la policía se mueve espasmódicamente. Uno siente como la frazada corta, porque refuerzan una zona y dejan desabastecida otra”. En esa zona la semana pasada semana hubo tres asaltos; “por suerte ninguna víctima, ya que un asaltante erró el tiro”, expresó el hombre.

> En ese sector, según describió Marks, los robos más comunes son los arrebatos en la vía pública a quienes esperan el colectivo, salen de los negocios, sacan la basura o el auto.

> “Otra cosa que está pasando últimamente es que tocan el timbre de las casas y dicen que vienen a arreglar algo: basta una camioneta, una calco y una camisa bordada para que la gente se confíe y deje entrar a un supuesto empleado de la EPE (Empresa Provincial de la Energía), Aguas o el cable”, destacó.

> En este marco, los habitantes de la zona tomaron una serie de medidas para la autodefensa. Todos tienen los teléfonos de los vecinos más cercanos y se llaman si ven a alguien extraño por los techos. También escucharon los recaudos de seguridad que les aconsejó la policía. Además se instruyó a los estudiantes más grandes de la escuela República de Bolivia (Francia y La Paz), donde roban a los más chicos.

> “Ahora estamos pidiendo que en un reducto con baño que nos presta el Hipódromo se ponga un puesto policial. Tenemos el consenso de los vecinos, el apoyo del intendente (Miguel Lifschitz), pero el Ministerio de Seguridad no nos da un policía”, reclamó el hombre.

> En cuanto a la seguridad privada, manifestó que nunca habían apelado a ello: “Para nosotros lo mejor es tener un uniformado
permanente”.

En Arroyito

Jorge, es un habitante más del barrio Arroyito. Allí las cuadras “son peligrosas”, alertaron varios vecinos de Juan B. Justo y Mercante. A metros del Pami II, nadie puede decir que camina tranquilo. Al contrario, hablan detrás de una reja y miran con recelo si ven gente que no es conocida andando por allí.

> Roxana tiene un quiosco y ya le entraron dos veces. “Una vez vi cómo le robaban a una viejita y me encañonaron a mí”, describió la mujer.

> A pocos metros está la rotisería de Sergio Avola. Ya sufrió cinco robos, y en uno de ellos lo amenazaron con una pistola 9 milímetros. “Se llevaron la plata y los celulares. Después salieron corriendo en una moto”, relató el hombre cansado de la situación. Avola duda de seguir con el local que hace décadas está en el barrio. Antes era un lugar de encuentro, había mesitas, pero ahora trabaja con delivery y a las 22 cierra la persiana. “Atiendo sólo si es alguien conocido, sino no”, remarcó.

> Y las víctimas siguen. Una mujer contó que ya tres veces la tiraron al piso para sacarle la cartera. Los relatos coinciden en que siempre fueron chicos en motos.

Carteles

Terminaron los lamentos y empezaron a actuar. “Nos dimos cuenta de que teníamos que tratar de hacer cosas y no esperar que vengan de otro lado”, manifestó convencido Jorge. Los vecinos se pusieron de acuerdo para pasarse los teléfonos, anunciar si ven algo extraño o llamar al 911. Además, piden ayuda antes de entrar el auto al garaje. “Si vemos gente sospechosa, le pedimos a algún vecino que salga a la calle hasta que uno pueda estacionar”, contó
Avola.

> Entre todos pusieron carteles donde se lee “Area controlada. Compromiso con los vecinos y la UR II Rosario. Central de Emergencias 911. Seccional 9ª”. “Estamos trabajando en conjunto y nos reunimos para evaluar las acciones”, destacó Jorge.

> Con este mensaje quisieron hacer público que se están cuidando mutuamente.

> Ahora piensan en poner una alarma en algún punto clave de la vía pública con control remoto de manera tal que se pueda accionar cuando se ve un hecho sospechoso. “Pero todo depende del presupuesto”, advirtió
Jorge.

> Las acciones no quedarán allí. “Nos reunimos con los concejales. Cada uno tiene una propuesta desde su partido, pero no hay unidad y esto es fundamental”, dijo antes de sostener que “si no se unifican las fuerzas de seguridad, las acciones políticas y los ciudadanos, no habrá posibilidades de cambio”.

En rojo

Los carteles rojos con la leyenda “Vecinos vigilando”, ubicados en Pedro Tuella al 900 es otra de las iniciativas de los habitantes para terminar con los delitos en esa zona de Arroyito. Es el tercer lugar que comenzó a armarse contra la inseguridad.

> Ana María de Bizzotto relató que en marzo se empezaron a reunir. Y que entre los vecinos miran la zona y ven si hay movimientos “extraños”. La mujer contó que consensuaron juntar un dinero para arreglar un móvil de la comisaría y así haya más patrulleros, pero no vieron ningún resultado. Ahora esperan una reunión con el jefe de la comisaría 9ª para articular alguna acción en conjunto.

> “Aquí no sólo se ven robos en las casas, desde los techos o forzando una cerradura, sino que también se ve cómo se compra y vende droga”, detalló la mujer.

> Otra vecina de esa cuadra afirmó que “no se puede creer la cantidad de robos que hay”. La semana pasada la mujer dejó el auto estacionado frente a su domicilio, a las 15 y, cuando salió, se dio cuenta de que le habían robado las tasas. “Hasta eso. No respetan nada”, remarcó.

> Pocos tienen paciencia. Uno de los habitantes de Arroyito salió de su casa para hablar de la seguridad, y propuso una solución: “Como no nos defienden, nosotros tenemos que hacer algo. Tendrían que darnos armas, enseñarnos a usarlas, y otorgarnos un carné habilitante para que podamos usarlas; y eso sí, que después no nos metan en cana por esto”.

> La mayoría de los vecinos consideró que esa es una reacción desmedida y sostuvo que todo mejoraría si hubiera más policías y más cooperación vecinal. Un tema que suscita un amplio debate desde los distintos ámbitos de la sociedad."


 
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