
Sin embargo, hoy, lejos de aquella época de idilios juveniles, el cuento de la unión Eskenazi-Brugo no tuvo un final feliz: vino la separación tras 15 años de matrimonio y Marcela (43) -la hija del juez en lo Penal Económico, Jorge Brugo- debió enfrentarse a un hombre muy distinto al desprejuiciado motoquero que había conocido en su juventud. Ahora es accionista de uno de los grupos económicos más poderosos del país, el Grupo Petersen, valuado en US$ 4.500 millones (ver recuadro), según estimaciones de mercado, que realizó una de las operaciones financieras más increíbles y misteriosas de la era K. Con el guiño del Gobierno, compró un 14,9% de la petrolera YPF con un préstamo de la vendedora Repsol y con créditos de bancos internacionales que tuvieron a la propia Repsol como garantía. Si bien el grupo desembolsó US$ 110 millones, esa inversión es mínima para la magnitud de una operación de US$ 2.235 millones. Esta compra fue criticada por la oposición y los Eskenazi, incluido Sebastián como nuevo CEO de la compañía, tildados como amigos del poder: “Creemos que ellos prestan su nombre en YPF, pero que no serían los verdaderos dueños”, aseguró la dirigente Elisa Carrió echando un manto de sospecha sobre el kirchnerismo.
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