“Donde hay una necesidad el kirchnerismo hace un negocio”, apotegma comprobado y largamente sufrido en Santa Cruz, hoy trasladado en otras proporciones a nivel nacional.
La recesión, la desocupación y la necesidad de sostener la economía del país atada a la crisis mundial que hace poco dijo la presidenta que no nos iba a tocar, disparó la gran excusa: buscar la salida a través de la obra pública.
110 mil millones fueron puestos a disposición de la obra pública en el país, donde Santa Cruz está segunda en cantidad de dinero a recibir, con escasos 200 mil habitantes, en su mayoría empleados estatales. Si a ello le sumamos que las empresas constructoras pertenecen a un mismo patrón (o patrones) y que se encuentran profundamente vinculadas por el poder político que las favorece, no es difícil percibir que esto le ha dado al gobierno nacional la excusa necesaria, justa y perfecta para facturar descomunales cifras a través de esas empresas, sosteniendo que es preciso este desarrollo tanto para mantener el empleo como para el desarrollo regional.
Todos saben que esto es así pero nadie lo dice. El gobierno de la provincia no puede señalarlo porque por un lado esos fondos (aunque no los vea) le sostienen una parte importante del complejo tejido social y por otro lado porque si se opone corre riesgo de una nueva acevedización.
Por tal motivo el gobierno nacional anuncia con bombos y platillos lo que se viene en materia de construcciones viales, energéticas, sociales y cuanta necesidad haya de colocar un ladrillo o asfaltar una calle. Sin embargo la oportunidad de hacer negocios con la crisis es palpable, creciente y sospechable. Algunos los ven, otros parecen no verlo, otros no creerlo y a otros, sencillamente no les importa. Paralelamente la presidenta anunció el otorgamiento de 200 pesos para cada jubilado y mucha gente parece satisfecha con una reactivación que ofrece el encastre justo para que los de siempre sigan enriqueciéndose a costa del pueblo.
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