
Carlos Ischia se ganó el pasaje a 2009. Y tiene asegurado su trabajo. El DT de Boca pudo festejar su primer título sentado en el banco de suplentes y no sólo cortó una racha negativa de un año y medio sin títulos locales del club sino que también obtuvo la continuidad en el cargo. Muchos especulaban con que si no ganaba el torneo Apertura, la dirigencia de Boca buscaría un nuevo entrenador. Los resultados, como siempre, mandan en este fútbol vertiginoso y esquizofrénico. Y si no hay festejos, los ciclos comienzan a ponerse en duda. Ischia asumió el verano pasado. Y todos los cañones estuvieron apuntados a la defensa de la Copa Libertadores de América. Sin embargo, el sueño no se cumplió: Boca quedó eliminado en las semifinales ante Fluminense. Encima, en el torneo doméstico, River se quedó con el trofeo.
La falta de títulos locales hacía prever que ahora las fuerzas iban a estar en el Apertura. Es que el último torneo había sido el Clausura 2006 de la mano de Alfio Basile. Después, llegaron las frustraciones: la final perdida ante Estudiantes y el torneo que se escapó contra Lanús. Por eso, Ischia apostó con los titulares domingo tras domingo, mientras los juveniles disputaban la Copa Sudamericana. Pero en el medio tuvo varias turbulencias: el conflicto con Mauricio Caranta y el cabaret entre Riquelme y Cáceres. El DT tuvo la muñeca suficiente como para maquillas las diferencias y poder consagrarse dentro de la cancha
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