Será justicia, según convenga

Asistimos a diario a las manifestaciones de la clase política dirigente, cuando ante un fallo de la justicia que los exime de culpa y cargos en actos flagrantes de corrupción, se llenan la boca manifestando “hay que respetar la decisión de la justicia”, tal como lo ha referido (y lo refiere) una y otra vez el propio ex presidente.
Quejosos los de la oposición y buena parte de la población por la decisión del Juez de cerrar incomprensiblemente la causa por enriquecimiento ilícito de Kirchner, cuando sobran las pruebas para continuar con una investigación profunda y minuciosa, recibieron como respuesta por parte del ex mandatario “Muchos piden justicia, van a la justicia y cuando no falla como ellos quieren, no es justicia. Seamos serios, nosotros somos respetuosos de las decisiones de los jueces y de la democracia. A veces no nos gustan los fallos, pero hay que acatarlos porque no siempre la justicia es como nosotros creemos que debe ser”.
Particularmente en el caso Varizat, en Santa Cruz, donde se avisora un fallo extremadamente politizado, que hará benigna la pena sobre un hecho flagrante de total criminalidad, las voces del oficialismo condenan de antemano la actitud de las víctimas indicando que no hay que prejuzgar y en todo caso cuando los jueces se expidan, se debe acatar la decisión judicial debido a que es poco coherente pedir justicia y cuando ésta llega contradecirla solo porque no nos gusta el fallo de los jueces.
Pero sin embargo ante la decisión de los jueces de la Cámara de Casación de liberar a los represores Astiz y Acosta, todo el gobierno a pleno puso el grito en el cielo. Salieron a destruir a los magistrados subrogantes, a cuestionar el fallo y no contento con ello presionaron a todo el poder Judicial hasta lograr que (incomprensiblemente) la Cámara retrotrajera la medida.
Podemos dejar fuera de discusión el hecho de que los imputados deben permanecer presos, indudablemente; pero también es indudable el gataflorismo que pone de manifiesto el gobierno, el cual demuestra claramente que lo que menos le interesa es la decisión de los jueces y que finalmente se comporta de la misma manera que la oposición, cuando Kirchner los criticó por cuestionar el fallo absolutorio que lo liberó de las denuncias presentadas en su contra.
Está claro que la justicia es justa siempre y cuando nos favorezca. Y de eso puede dar cuenta el propio gobierno nacional, que no solo ejerce la protesta verbal y públicamente, sino que además presiona ilegalmente y borra de un plumazo la tan vapuleada “división de poderes”, si los fallos que emiten los jueces no son de su agrado o contradicen sus objetivos.
Justicia a la carta, un elemento más para descreer de los discursos falaces que tanto la presidenta como el ex presidente se esfuerzan por formular desde la más rancia hipocresía política.

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