El juego destruye hogares

Está comprobado según definió la Organización Mundial de la Salud que el juego compulsivo deteriora la salud y su adicción destruye la solvencia económica de las personas, familias, matrimonios y hasta puede destruir la propia vida incluyendo el suicidio como salida.

La Ludopatía, afición al juego, es una verdadera enfermedad, causante de una atroz adicción, tan grave al final, como la cocaína o cualquier otra droga.
Son muchos los padres o madres que cuando cobran el sueldo se lo juegan a las cartas, al bingo, a la lotería o las máquinas tragamonedas.
Los días siguientes no se come. No olvidemos que en el juego lo que uno gana es porque otros lo han perdido.
Todos sabemos que el juego destruye a las personas física y psicológicamente, crea dependencia como las drogas y el alcohol. Consecuencias: El que pierde y se arruina puede llegar en su delirio al suicidio, al robo y a matar. Pierde el trabajo, arruina sus negocios, destruye a su familia: mujer, hijos,…
Si hace falta los pone en venta o se vende a sí mismo.
Sin embargo, todos los que ven la posibilidad de ganar dinero fácil, gobernantes incluidos, se embarcan en el negocio del juego, y todos encuentran un motivo suficiente para acallar su conciencia.
La indulgencia y la permisividad con los juegos de azar en nuestra sociedad inculcan a nuestros ciudadanos la idea de que la fama, el éxito y la fortuna se pueden obtener sin trabajar ni esforzarse. Entonces ¿No son los gobernantes los que tienen que velar por la salud de los ciudadanos?.
¿Por qué fomentan las máquinas tragamonedas, las loterías y los casinos?. Todos tienen una cosa en común: Engordan las arcas del Estado.
Pero estos estados y sus habitantes generalmente ignoran los costos asociados con el juego legalizado, no solamente económicos, sino sociales.
Es significativo, también, el costo económico en que incurren los jugadores mismos. Consideremos solamente las deudas impagas. El jugador promedio tiene deudas que exceden largamente lo que ganan por mes.