La presidenta hizo un ataque frontal a la demanda de sexo y refiriéndose a la prostitución que corre en paralelo con el delito de trata de personas, dijo que “sin clientes no se cometería”. Sin embargo CFK tuvo un olvido importante: “Las casitas de tolerancia”, de Río Gallegos un “clásico” de la prostitución nacional provoca inseguridad, varias muertes por año y es reducto de menores y mujeres secuestradas.
La presidenta Cristina Fernández en el cierre de la Segunda Reunión de Autoridades nacionales en Materia de Trata de Personas de la OEA, dijo que “sin clientes no se cometería” el delito y afirmó que desde 2007 se produjeron en el país más de 600 desapariciones relacionadas con la trata de personas.
Sin embargo los que vivimos en Santa Cruz conocemos una realidad que el resto del país (o al menos la gran mayoría) desconoce; esto es, la existencia desde hace más de 50 años de las denominadas “casitas de tolerancias”, que no son otra cosa que prostíbulos concentrados en dos manzanas, en la periferia de la ciudad, lo que popularmente se lo conoce como “el barrio” o “las casitas”.
Los prostíbulos de Río Gallegos son mundialmente famosos, al punto de conformar un clásico desde hace muchísimos años, lo que se fue desarrollando en una sociedad machista donde el debut prostibulario de los varones era casi un bautismo obligado para recibirse de hombre.
¿Quién, dónde, cuándo…?
Ni Cristina Fernández ni Néstor Kirchner desconocen cómo funcionan, qué impacto tienen las casitas de tolerancia en esta capital y hasta nos animaríamos a decir que tampoco desconocen quiénes son sus responsables, gente que muy bien suelen ocultar las autoridades a través de sus complicidades y reservas que no le permiten al público conocer a quienes regentean estos lugares.
Kirchner fue Intendente y Gobernador por muchos años, Cristina lo acompañó, fue legisladora de la provincia y a nivel nacional representó a Santa Cruz y jamás se los escuchó hablar (a ninguno de los dos) del tremendo problema que vive Río Gallegos debido al flagelo que significa la trata de personas (antes denominado “trata de blancas”) siendo que el barrio de los prostíbulos se ha convertido de un tiempo a esta parte en un antro de delincuencia, en muchos casos con la anuencia por omisión de las autoridades, tanto municipales como policiales y judiciales.
El barrio de los prostíbulos que Cristina Fernández no recuerda cuando habla de combatir la prostitución, tiene en Río Gallegos el índice más alto de violencia, homicidios y es un sector de la ciudad donde la policía de vez en cuando realiza razzias que terminan con la detención de personas indocumentadas, algunos buscados por la policía y lo que es peor, con jóvenes que piden ser liberadas de la esclavitud sexual a la que son sometidas por los proxenetas propietarios de los prostíbulos.
Sin embargo la Municipalidad de Río Gallegos sigue renovándole cada 180 días la “habilitación” para funcionar, la gente común nuca se entera del encarcelamiento de los responsables de esos locales que incurren en el delito grave de secuestro de personas y explotación sexual de las mujeres, los legisladores provinciales miran para otro lado, algunos Concejales han hecho un intento por echar luz sobre el tema, pero luego –llamativamente – han desistido y así podemos seguir puntualizando la inacción que hay alrededor de los prostíbulos que no es un fenómeno reciente, y el matrimonio presidencial conoce esta problemática en profundidad.
Zona liberada
Todos los meses aparecen personas acuchilladas en las calles de “Las casitas”, peleas que terminan a los tiros, muertos y apaleados, droga y alcohol en una fiesta interminable donde se mezcla el sexo con el delito, son moneda común en este característico barrio de la capital de Santa Cruz. Las autoridades, bien, gracias.
Hoy la presidenta habla del derecho de la mujer y la necesidad de terminar con la esclavitud sexual y está muy bien que así sea, pero mientras ella sostiene este hermoso y alentador mensaje ante la OEA un antiguo vecino de Gallegos, asiduo concurrente “al barrio” hace más de 25 años nos decía sorprendido “antes llegabas a las casitas y conocías a las chicas, todas te saludaban, había onda, alegría y si bien se armaban líos estos se generaban por celos de algunos o por una borrachera. Hoy entrás y no conocés a nadie, día por medio rotan a las mujeres y no son pocas las veces donde una joven que no tiene más de 16 años te mira con cara aterrorizada y te pone un papelito en el saco o te dice “sacame de aquí, me tienen secuestrada” o “haga algo por favor, avísele a mi familia que está en Misiones…y cosas por el estilo” señaló.