Se bañó, se perfumó y salió de su casa con la expectativa de conocer a esa mujer que lo desvela desde hace tiempo. Sabía que no podía caer con las manos vacías y por eso, antes de llegar a la avenida Pavón, compró un pequeño ramo de flores. El detalle seguro sumaría algunos puntos.
hay tiempo para arrepentirse. Cinco, cuatro, tres, dos, uno, ¡AIRE!
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Tomó el 51, que para cerca de la estación Lanús, hasta Consitución. De ahí, para no llegar tarde, un taxi hasta Riobamba al 200 y minutitos después de las ocho ya estaba listo para encontrarse con ella. Anabela Ascar lo saludó, le aconsejó que no se pusiera nervioso y que se relajara porque la cámara no come gente.
Ahí estaba él esperando ver a Zulma Lobato, la persona que le hace la croqueta y por quien se tiró el lance a riesgo de que le griten algo en el barrio o que los amigos del club le hagan algún chistecito burlón que tal vez duela.
Está a punto de conocerla, de conversar con ella ante las cámara de Crónica Tv sabiendo que los nervios son traicioneros. Además el calor y esa pequeña ceguera que provocan las luces hasta que uno se acostumbra, molestan. La ilusión de conseguir al menos una salida con ella está latente. "Ojalá no quede como un boludo", pensó.
Ya no hay tiempo para arrepentirse. Cinco, cuatro, tres, dos, uno, ¡AIRE!