
USA efectuó más de 2/3 de las ventas de armas en el mercado mundial en 2008, año cuando el comercio armamentístico tocó un mínimo en 3 años, reportó el diario The New York Times.
USA es proveedor de armamento a Colombia y Chile, y es un dato importante cuando Venezuela le compra armamento a Rusia y Brasil a Francia.
Citando un estudio del Congreso estadounidense divulgado el viernes 04/09, el periódico indicó que USA estuvo involucrado en el 68,4% de las ventas globales de armas.
Pese a la recesión económica global, las ventas estadounidenses de armas aumentaron cerca de 50% en 2008, a US$ 37.800 millones, desde los US$ 25.400 millones en 2007.
El salto desafió la tendencia mundial, ya que según el reporte las ventas globales en 2008 cayeron 7,6%, a US$ 55.200 millones. En ese año las transacciones globales de armas tocaron su mínimo desde 2005.
Italia, el país ubicado en el 2do. lugar del ranking de ventas, recaudó US$ 3.700 millones, mientras que Rusia se ubicó en el 3er. puesto, con sus ventas cayendo a US$ 3.500 millones en 2008 desde los US$ 10.800 millones en 2007.
Sin embargo, la publicidad estadounidense apuntó a Rusia como país armamentista por haberle vendido equipamiento a Venezuela. Pero USA no es presentado como un país armamentista cuando equipa desde hace años a Colombia, al que además complementa con sus propias fuerzas militares.
El reporte atribuye el incremento en las ventas estadounidenses a "importantes órdenes de compra nuevas de clientes en Cercano Oriente y en Asia", así como por los contratos constantes para equipamiento y servicios de apoyo de clientes globales con sede en USA, según el Times.
USA también encabezó las ventas de armas a los países en desarrollo, siendo responsable del 70,1% de esas transacciones por un valor de US$ 29.600 millones en 2008, indicó el reporte.
Entre esas operaciones se encuentran un sistema de defensa aéreo de US$ 6.500 millones para los Emiratos Arabes Unidos.
India, Iraq, Arabia Saudita, Egipto, Corea del Sur y Brasil también alcanzaron acuerdos de venta de armas con USA, dijo el Times.
El reporte reveló que Emiratos Arabes Unidos fue el mayor comprador de armas en el mundo en desarrollo en 2008, con US$ 9.700 millones.
En esa categoría Arabia Saudita quedó en 2do. lugar, con US$ 8.700 millones, y Marruecos quedó tercero con US$ 5.400 millones.
Los montos deben ubicarse en contexto luego de que Luiz Inácio Lula da Silva firmó el acuerdo con su colega francés Nicolás Sarkozy por US$ 12.180 millones pero que no es de ejecución en 1 período fiscal sino que es plurianual: 1 submarino nuclear, 4 submarinos convencionales y 50 helicópteros a pagar en 20 años.
El diario Folha de Sao Paulo subrayó que "el valor de esta operación es muy superior a las compras de armas realizadas por Venezuela a Rusia" y destacó incluso que el monto es superior al del Plan Colombia, aunque en este caso se trata de ayuda directa de USA a Colombia y no de adquisiciones.
En verdad, el 55% de todo el equipamiento bélico que se adquiere en Latinoamérica va a Brasil, que intenta reforzar sus ambiciones de potencia emergente.
Lula recibe, anoche, a su par francés Nicolas Sarkozy, a su llegada a Brasilia. El presidente francés participará hoy de los actos por el día de la Independencia de Brasil, además de firmar acuerdos comerciales.
El gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez, viene de rearmarse en China y Rusia, donde encargó 24 aviones cazas multifuncionales del tipo Sukoi Su-30MKV, 38 helicópteros y 100.000 fusiles de asalto AK-103.
Es justo aclarar que, aparte de las inclinaciones ideológicas del líder caribeño, Venezuela ha sido obligada a negociar con Rusia tras el embargo armamentístico decretado en los noventa por USA.
El problema con las compras de Venezuela nunca fueron la tecnología, que no es de avanzada, sino porque cuando compró 100.000 fusiles AK 103, evolución del AK 47 soviético el Gobierno colombiano dijo que los cargadores del AK 47, el arma preferida de los guerrilleros de las Farc, puede ser utilizada en los nuevos AK 103.
En comparación, la Argentina mantiene un gasto paupérrimo en armamento militar, equivalente a menos del 1% del Producto Bruto Interno, que sólo se destina al mantenimiento de los equipos.
El 'Balance Militar 2009' del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, son sus siglas en inglés) y el 'Anuario 2008 del Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz' (SIPRI, son sus siglas en inglés), brindan algunos datos interesantes.
El IISS sostiene que el gasto en defensa en América latina y el Caribe aumentó 91% entre 2003 y 2008, alcanzando los US$ 47.200 millones, frente a los US$ 24.700 millones de 2003.
El SIPRI asegura que el gasto militar en América del Sur durante 2008 alcanzó los US$ 50.000 millones, y que los más gastadores fueron Brasil, Colombia, Chile y Venezuela.
Brasil realiza el 55% del gasto total, equivalente a US$ 27.540 millones. Le siguen Colombia (US$ 6.746 millones) y Chile (US$ 5.395 millones). Venezuela es el 4to., con US$ 5.000 millones, según el SIPRI.
¿Hay una escalada belicista? Técnicamente, se puede hablar de carrera armamentista cuando existe una competencia entre países, cuando se puede constatar una correlación directa entre las compras de armamento entre dos o más países durante un período prolongado. En el caso latinoamericano no se aprecia, en general, esa postura de competencia y de equiparación entre fuerzas militares aunque los gobiernos observan con atención los movimientos de sus vecinos, especialmente en el triángulo Colombia, Venezuela y Ecuador, todos con frontera con Brasil.
Pero, a pesar del crecimiento en los gastos militares, la región sigue siendo la que menor porcentaje de su PIB invierte en ese aspecto, con un promedio de 1,74%.
USA invierte el 4%, Rusia el 3,5%, España el 1,2% y la media mundial es 2,4%.
En la lista de los 15 países con mayor inversión militar, el único latinoamericano es Brasil, 12º, 2 puestos por encima de España, por ejemplo.
Brasil es el único país sudamericano que aparece entre los más gastadores a nivel militar en el mundo (10º entre los de mayor crecimiento de gasto en los últimos 10 años, 13º entre los mayores gastos militares por habitante).
La fuerte inversión brasileña en defensa encuentra financiación en su poderosa economía y justificación en su posición de líder continental y en su necesidad de proteger cuantiosos recursos naturales (su producción petrolífera de ultramar).
Colombia argumenta el crecimiento de su arsenal por la guerra que mantiene contra la guerrilla de las Farc y su lucha contra el narcotráfico, situación esta última que le ha valido el apoyo de USA y facilidades para actualizar y ampliar su equipamiento militar.
El caso chileno es curioso porque cuando termine su plan de renovación en 2010 quedará convertido en el único país de la región con fuerzas armadas equiparables a las de la OTAN.
Las fuerzas armadas chilenas financian su equipamiento con la Ley del Cobre, promulgada durante el Gobierno del general Augusto Pinochet Ugarte, por el que la empresa estatal Corporación del Cobre (Codelco), la mayor productora del mundo, debía traspasar al presupuesto militar el 10% de sus ventas brutas (por ejemplo, en 2007 las fuerzas armadas recibieron US$ 1.390 millones de Codelco).
El actual Gobierno de Michelle Bachelet ha propuesto la derogación de esa ley y la búsqueda de formas de financiación diferentes para la defensa, pero hasta todos los gobiernos democráticos mantuvieron la Ley del Cobre, decididos a modernizar sus fuerzas armadas.
La Argentina es el caso opuesto porque los gobiernos democráticos recortaron sucesivamente el presupuesto destinado a defensa, pasando de 4,4% de PIB gastado en las fuerzas armadas en 1980 a 0,8% en 2008.
La Armada Argentina tiene navíos que están en actividad desde la década de los años '40 del pasado siglo.
Es comprensible que los países de América Latina, mientras ninguno decida seguir el camino de Costa Rica que eliminó sus fuerzas armadas en 1948, inviertan en la modernización y el equipamiento de sus militares. Los tres motivos generalmente aceptados son la implicación en conflictos armados (USA, Gran Bretaña), las ambiciones de potencia militar global o regional (China, Brasil) o un crecimiento económico elevado.
En este último punto podrían encuadrarse Venezuela, Chile o Brasil. Cabría un motivo más, válido para casi todos los ejércitos latinoamericanos: la modernización. Un ejército que quiera ser útil (para guerra o paz) tiene que acercarse a las nuevas tecnologías, que le permitan interactuar con fuerzas armadas de otros países.
Todo esto ocurre en una Latinoamérica que no vive hace años conflictos armados de importancia entre vecinos (Perú vs. Ecuador en 1995 fue el episodio más reciente) y desde 1982 ningún país se ha enfrentado con otros de fuera del bloque (Guerra de Malvinas Argentina-Gran Bretaña).
Pero la frontera entre Colombia y Ecuador, que el Gobierno de Álvaro Uribe violó en busca de guerrilleros de las Farc, es un punto caliente.
Luego, el acuerdo entre Obama y Uribe para que las fuerzas armadas estadounidenses operen desde bases en territorio colombiano es un motivo de conflicto que amenaza la unidad de la región.
También el reciente golpe de Estado en Honduras contra el presidente Manuel Zelaya.
Es importante considerar que tener un ejército inoperante por falta de medios es caro e inútil. El problema es decidir dónde está el punto medio entre unas fuerzas armadas modernas, operativas, eficaces y adecuadas a las necesidades reales de un país, y una acumulación de poderío sin utilidad alguna.