
Un 23 de setiembre de 1973, Perón ganaba las elecciones por más del 60% de los votos, de esto hace ya 36 años, y el pueblo peronista festejaba no solo el triunfo de la formula Perón-Solano Lima, sino el regreso de Perón al poder luego de un largo exilio que tanto dolor le había causado al líder, al pueblo peronista, y a la Argentina toda.
Alguien muy especial para el propio Perón, pero mucho mas para el movimiento obrero no tuvo tiempo para celebrar este triunfo del pueblo peronista. Fue uno de los principales artífices del regreso del general Juan Domingo Perón, quien un 25 de septiembre de 1973 , no pudo festejar esta victoria. Era el dirigente sindical y secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci.
Dos días después de este triunfo electoral, y mientras salía de su casa en el barrio de Flores, balas fulminantes de grueso calibre acabaron con su vida.
Cuentan los compañeros, que en el bolsillo de su campera llevaba un discurso que esa misma tarde iba a leer por cadena nacional a todo el país y en ese mensaje iba a anunciar que "la etapa del fragor de la lucha ha pasado a la historia y que se iniciaba una etapa de unión, de trabajo y de paz".
Rucci había nacido en la localidad de Alcorta, provincia de Santa Fe, el 15 de marzo de 1924, en el seno de una familia de trabajadores.
En 1944 ingresó como operario en una fábrica de armas y desde ese momento no abandonó nunca más el gremio metalúrgico.
De estos mismos talleres, Rucci partió junto a sus compañeros a la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945, para reclamar por la libertad del coronel Perón.
La Revolución Libertadora de 1955 lo encontró en la llamada "resistencia peronista" y tuvo que sufrir la cárcel en varias oportunidades.
El 3 de julio de 1970 siendo ya secretario general de la Confederación General del Trabajo, viaja a Madrid para ponerse a disposición de Perón.
¿Quién no registra en su memoria aquella foto bajo una intensa lluvia? Fue Rucci con su paraguas el que cubriò al lider que tras 18 años volvìa al paìs.
Desde ese momento, aquél hombre de baja estatura, de hablar sencillo, enfundado en sus camperas de cuero, fue una pieza clave y uno de los principales apoyos de Perón en su retorno a la presidencia de la República.
Pero también se convierte en uno de los blancos para la llamada tendencia peronista que lo calificaba de burócrata sindical, y también para la ultraderecha que lideraba López Rega, que intentaban restarle poder.
Porque la reconstrucción de la patria en estos momentos difíciles es una tarea común para todos los argentinos. Sin sectarismos ni exclusiones para un mundo mejor ,para una nueva sociedad sin odios ni rencores, aprendamos de este legado que nos dejo Jose Ignacio Rucci
Por estas razones, y en memoria de este màrtir del movimiento obrero argentino, es que solicito a mis pares este homenaje.
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El 25 de septiembre de 1973, en nombre del 'movimiento obrero organizado', José Ignacio Rucci iba a leer por Canal 13 de televisión el siguiente mensaje:
“Ahora el fragor de las luchas ha pasado a convertirse en historia. La realidad de nuestros días es la unión, el trabajo y la paz. Por primera vez en 18 largos y sacrificados años se ha expresado sin limitación alguna, con absoluta soberanía, la voluntad popular. Ninguna sombra del pasado podrá interponerse ahora para que los argentinos marchemos unidos y solidarios, hasta la construcción de la Argentina potencia. Los trabajadores han contribuido al proceso de liberación y a la modificación de las estructuras caducas y la destrucción se ha operado no sólo en los aspectos materiales de lo que fuera una nación próspera y libre, sino en la conversión en una colonia empobrecida, dependiente, opresora e injusta.
Hubo un proceso distorsionador en el ámbito espiritual y cultural, cuyas consecuencias no han podido ser erradicadas del todo y aún las se guimos viviendo y soportando. Significa esto que a la recuperación plena del poder adquisitivo de los salarios, a la valorización del trabajo a la creación de nuevas riquezas, es necesario agregar la pacificación de los espíritus, requisito indispensable para encarar un proceso de recons trucción y la reconquista de los valores nacionales, cuya vigencia absoluta asegurará la elección de los mejores caminos para arribar al objetivo común.
Sólo por ignorancia o mala fe se pueden exigir soluciones inmediatas para problemas que fueron profundizados durante tantos, años; no se puede apelar a la violencia rayana en lo criminal, en un clima de amplias libertades e igualdad de posibilidades; no se puede seguir abrigando ambiciones y privilegios, creando condiciones injustas, burlando las leyes, impidiendo o saboteando la consolidación de un proceso que ha sido aprobado por la mayoría del país.
En este aspecto, las delincuentes comunes que se resisten a amalga marse en una sociedad productora, son parangonables con los delincuentes políticos y económicos, empeñados en defender un estado de cosas que no puede seguir ya en vigencia.
También en este aspecto resulta tan perniciosa para la Nación la subsistencia de pretensiones liberales injustas, como la acción dé los grupos de ultraizquierda o derecha, que en los países hermanos contribuyen entre sí para abortar las posibilidades de una política popular. Nadie podrá negar que ahora las leyes se apoyan indiscutiblemente en el consenso mayoritario y, por tanto, no existe argumento alguna que justifique su incumplimiento. Sólo el acatamiento estricto de la ley nos hará realmente libres, pero el acatamiento deberá ser parejo, como parejas habrán de ser las sanciones, a quienes pretenden seguir imponiendo sus convivencias sectoriales por encima de las necesidades auténticas de la comunidad.
Las leyes emanadas del gobierno del pueblo, elaboradas por los representantes del pueblo, habrán de regir la convivencia argentina, asegurar los derechos de todos para frenar a cualquier acción ilícita y por lo tanto antinacional y antipopular. Sólo de esa manera se garantizará la paz y la unidad de los argentinos, y se cimentan las bases sobre las cuales las nuevas generaciones, nuestra maravillosa juventud, irá produciendo el indispensable trasvasamiento que la acercará al futuro y el logro de sus mejores destinos.
Esa juventud comprende que la etapa de la lucha ha sido superada, y hoy el campo de batalla se centra en la reconstrucción hacia la liberación de la patria y la realización integral del pueblo. Este es el pensamiento de la clase trabajadora organizada.
Debemos lograr el robustecimiento de la unidad latinoamericana y del Tercer Mundo, contra toda forma de imperialismos, la subordinación a las centrales continentales o internacionales, quienes sirven a la política imperialista de cualquier signo.
La reconstrucción de la Patria es una tarea común para todos los argentinos, sin sectarismos ni exclusiones. La liberación será el destino común que habremos sabido conquistar, con patriotismo, sin egoísmos, abiertos mentalmente a una sociedad nueva, para una vida más justa, para un mundo mejor”.