Según un relevamiento efectuado por la Asociación Antidrogas de la República Argentina, un 70% de los prostíbulos son virtuales fachadas para la comercialización de sustancias ilícitas, y la cocaína es la más buscada. “La prostitución, en muchos de estos lugares, ha pasado a un segundo plano en término de lucro, porque la venta de drogas superó los niveles de ganancia de la explotación de mujeres”.
Paulina tiene 19 años y hace seis meses que optó por “vender” su cuerpo en un departamento privado de Caballito. Dos nenes y una pareja ausente la llevaron a esta realidad que nunca estuvo en sus planes. “Es un trabajo como cualquier otro. Costó mucho al principio, pero me acostumbro”, detalla. Sin embargo, detrás hay algo que cuenta con recelo, porque al ejercicio de la prostitución le suma la venta de drogas entre sus clientes. Lo hace con temor, pero ya es parte del “negocio” y no se puede negar. No se trata de un fenómeno aislado, ya que se calcula que de las 1.000 “casas de citas” instaladas en Capital Federal y el Conurbano, alrededor del 70% tiene a chicas convertidas en “dealers sexuales”.
“La prostitución es un negocio que funciona en el país y en el mundo desde siempre, pero en el último tiempo, ante la falta de controles, aquí derivó en este presente, donde la venta de drogas refuerza la ganancia de los patrones. Por supuesto, en la actualidad hay una demanda del cliente de nuevas experiencias, entonces la oferta de sexo y drogas se convirtió en parte del mismo pack”, dijo Roberto Locles, titular de la Asociación de Criminalistas.
Claudio Izaguirre, de la Asociación Antidrogas de la República Argentina explicó, por su parte, que “la prostitución, en muchos de estos lugares, ha pasado a un segundo plano en término de lucro, porque la venta de drogas superó los niveles de ganancia de la explotación de mujeres”. Relevamientos efectuado por esta organización indican que en un 70% de los prostíbulos son virtuales fachadas para la comercialización de sustancias ilícitas, donde la cocaína es la más buscada.
Experiencias fuertes
Paulina cuenta que, en promedio, recauda unos 500 pesos diarios, de los cuales 250 son para “la dueña” del lugar y el resto para ella. Para juntar ese dinero, intima con cinco hombres. “Muchos vienen por primera vez, y no regresan, porque van rotando de lugar. Sólo buscan sexo. Pero otros son clientes fijos, y muchos vienen por droga, básicamente cocaína. Buscan experiencias fuertes”, explica la joven, oriunda de Berazategui.
El fenómeno tiene un costado poco expuesto en la problemática, relacionado al ejército de chicas que son prácticamente obligadas por sus circunstancias personales y económicas a realizar estos trabajos. “Son mujeres que luchan por salir adelante, como pueden. La mayoría son responsables únicas de sus familias. Son el exponente de una sociedad injusta, pero hacen este trabajo como cualquier otro. A pesar de esto, son las primeras en resultar criminalizadas, mientras los verdaderos dueños de estos negocios siguen impunes a todo”, manifestó Susana Martínez, de la Asociación Mujeres Meretrices de la Argentina.
Oscuro panorama
“Todo el mundo sabe dónde están estos lugares, sostuvo el criminalista Locles. En la zona de Tribunales, por ejemplo, caminás por la calle y te llenan de volantes con ofertas de privados. No hay un trabajo serio para frenar este fenómeno. Las consecuencias de esa ausencia de límite llevan al exceso, y ahí aparecen las drogas y la explotación de menores como parte del negocio”.
Izaguirre comentó que “a muchas chicas les conviene más vender drogas que tener sexo, porque no se exponen a enfermedades y, por supuesto, evitan el roce con el cliente”, precisando que “en este momento, el 70% de los espacios donde se ofrece prostitución, también adicionó la comercialización de sustancias ilícitas y tienen a mujeres como dealers sexuales”.
Peligrosa modalidad
Julieta es la “encargada” de un prostíbulo del barrio de Flores, de amplias instalaciones y ubicado a escasos metros de la estación ferroviaria. Trabaja hace varios años en el lugar, coordinando todo, desde la comida para las chicas, hasta los turnos de los clientes. Antes, era moza en un bar de la zona.
“Me gusta hacer esto, es divertido y me deja buena plata”, dijo, y precisó que “el tema de la venta de droga es peligroso, porque alguna gente se pone violenta cuando consume”.
La mujer rechaza revelar quién es el dueño del lugar, aunque ofrece pistas para comprender que se trata de alguien “importante”. Cuenta que el año pasado agregaron la venta de drogas al servicio, pero optaron por dejarla de lado por la sucesión de episodios violentos. “Algunos se pierden, se ponen muy violentos. Quieren que las chicas también consuman, y si no lo hacen les pegan. Es mucho lío”, explicó.
Julieta -no es su verdadera identidad- comentó que “básicamente, se trataba de cocaína, que vendíamos a 80 pesos el pase, aunque no era de gran calidad”, agregando que “ahora sólo invitamos un vaso de cerveza o, si el cliente lo prefiere, gaseosa, pero nada más. Perdimos algunos clientes, pero ganamos tranquilidad”.
Por Maximiliano Montenegro
Diario Popular - 06.12.2009
Fuente: http://www.popularonline.com.ar/nota.php?Nota=429472&fechaEdicion=2009-12-06%2000:00:00